NÚMERO 1: PRIMERA TOMA DE CONTACTO (7/09/2018)

Empezar un nuevo camino siempre da pie a equivocarse, a tener miedo a lo desconocido y a sentir esa inseguridad que nos aterra cuando pensamos que todo va a salir mal. Creemos que todo nos viene demasiado grande y que por mucho que merezca la pena es imposible encajar. Sin embargo, no se trata de ser el mejor y quererlo todo a la primera, sino de darse cuenta que a pesar de los fallos, hay una parte de nosotros que sigue gritando: "toma, inténtalo de nuevo". Entonces, es cuando sabemos que el miedo es vulnerable a cualquier síntoma de cabezonería. 

A día de hoy, mi gran miedo (a nivel académico) es el dibujo y como bien he dicho antes, he querido enfrentarme a él de la manera más sencilla posible. Por eso, mi primer trabajo ha sido realizar una escala de grises con carboncillo, algo que aún pareciendo lo más fácil del mundo, puede llevar a complicaciones si nunca has trabajado con este material. 

El carboncillo, para aquellos que no lo sepan, es una barrita carbonizada resultante de quemar ramas pequeñas de madera, generalmente de viña o de sauce. De ahí que su color sea negro, lo que lo hace idóneo para dibujar. A diferencia del grafito empleado en los lápices, el carboncillo deja unos trazos mucho más imprecisos e inestables, lo que dificulta su adhesión al papel, pero facilita sus consiguientes graduaciones tonales empleando difuminos, trapos e incluso los dedos, los cuales por cierto, se manchan inevitablemente. Gracias a todas estas características, a lo largo de la historia, el carboncillo ha sido el material más usado en el estudio de luces, sombras y desnudos, principalmente. El carboncillo puede encontrarse tanto en barra como en lápiz, en distintos grosores y durezas. 

Además del carboncillo, debemos destacar el difumino, que no es más que un papel enrollado en forma de lapicero utilizado para difuminar y expandir los pigmentos, posibilitando el resultado de tonos más claros. Sin embargo, no es tan simple como parece, ya que como vemos, el difumino contempla una punta en cada uno de sus extremo; la cual, debe prepararse antes de ser empleada. ¿Cómo preparamos un difumino? fácil, cogemos una piedra y golpeamos una de las puntas hasta que esté lo suficientemente blanda como para arrastrar todos los pigmentos que queremos difuminar. Es importante saber que cuando se utiliza el difumino con frecuencia, las puntas quedan manchadas de negro y para eliminarlo, no debemos utilizar el sacapuntas como si de un lápiz se tratara, sino que en este caso, tenemos que pulir los extremos con una lija. 

Finalmente, tenemos que nombrar una última herramienta indispensable: la cinta de carrocero, también llamada cinta de pintor. Se trata de una cinta adhesiva protectora, fabricada normalmente con papel, cuya finalidad es impedir que una determinada zona se manche. Además, ayuda a atenuar las tonalidades, pues al pasar la superficie adherente por el papel manchado (en este caso de carboncillo), facilita que los pigmentos restantes se queden pegados a ella, consiguiendo de este modo, una escala más clara. 

Una vez explicado los materiales más importantes, ya que además de los nombrados, se han empleado otros como la goma de borrar o la lija para el carboncillo, veremos el proceso que se ha llevado a cabo hasta conseguir el resultado final. 

En primer lugar, hemos utilizado la cinta de carrocero como plantilla para hacer cuadrados simétricos. De este modo, nos aseguramos de que el dibujo adquiere la forma pensada y garantizamos que una vez retirada la cinta, el carboncillo permanezca intacto en dicha forma (cuadrado en este caso). 

A continuación, comenzamos a arrastrar el carboncillo en plano por uno de los cuadrados, consiguiendo la tonalidad más oscura. A su lado, vamos a rellenar el segundo espacio con los pigmentos de carboncillo restantes del anterior cuadrado. Si el tono resultante es demasiado oscuro, podemos utilizar la goma de borrar para rebajar su matiz. Para el tercer cuadrado (de izquierda a derecha), lijamos el carboncillo y difuminamos con el difumino, con el dedo o empleando la cinta de carrocero. En el cuarto cuadrado, podemos volver a realizar la misma acción que antes, siempre estando atentos de que la tonalidad alcanzada sea más clara que la anterior. Finalmente, para el quinto y último cuadrado, aprovechamos los pigmentos sobrantes que han quedado adheridos en el dedo o en el difumino para conseguir la tonalidad más clara. 

Una vez obtenida nuestra escala, es hora de quitar la cinta de carrocero con mucho cuidado, ya que esta puede llevarse parte del papel. 




Nuria. 


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